Te cuento cómo empezó mi carrera en la fotografía y cómo he llegado a donde estoy hoy
Me llamo Pedro Merino, tengo 26 años y soy fotógrafo. Quizá esperes la historia habitual de cualquier fotógrafo profesional: que empecé haciendo fotos a mis amigos desde que tenía 16, que siempre me ha encantado la fotografía, que he hecho eventos en discotecas o graduaciones… Nada más lejos de la realidad.
Realmente mi pasión era viajar, quería encontrar una profesión que me permitiese ganarme la vida sin renunciar a aquello que era (y es) mi motor: conocer el mundo y sus culturas. Lo de la fotografía vino después.
Hace tres años que me planteé por primera vez el mundo de la fotografía al ver a youtubers que se dedicaban a viajar mientras fotografiaban el mundo. Yo viajaba y me gustaba hacer fotos con el móvil de los sitios que conocía, pero no pensé en ningún momento que la fotografía profesional fuese algo para mí, solo pensaba que sería genial.
Mis planes para viajar eran otros: trabajar en el extranjero, hacer dinero en otros países y ahorrar para viajar. Pero llegó la pandemia, y lo que en principio me arruinó los planes, me hizo descubrir una faceta creativa que no había explorado. A algunos les dio por hacer pan, otros redecoraron la casa, y a mí me dio por aprender a dibujar.
Y quizá en este punto estés pensando que esto no tiene nada que ver con la fotografía, pero sí. Me di cuenta de que me encantaba plasmar visualmente a las personas, y los retratos realistas se convirtieron en mi obsesión durante aquel año. Empecé después mis estudios de postgrado de marketing digital y diseño web, y empecé a trastear con la edición de fotografías.
Sorpresa: me encantó. Así que decidí empezar a informarme un poco más sobre la fotografía y las maneras de ganarse la vida online con ella (seguía teniendo muy claro mi objetivo de vivir viajando). Y ahora sí, aquí entra la fotografía de stock. Ya había escuchado sobre ella a estos youtubers fotógrafos-viajeros, así que me puse a ello.
Al principio, como muchos: subiendo a agencias de microstock fotos hechas con el móvil que ya tenía de otros viajes, pero no tardé en comprarme mi primera cámara, una Canon EOS 250D. Así que ahí estaba yo, estudiando un máster, trabajando para poder mantenerme, e intentando empezar una carrera en la fotografía con una cámara que se ajustase a mi presupuesto.
No voy a mentirte, no fue una etapa bonita, fueron momentos muy duros de mucho trabajo y esfuerzo, y muy poca recompensa. Si ya estás dentro de la fotografía de stock y has pasado por las agencias de microstock, ya sabrás la frustración que se siente al ver los rechazos sin sentido, las exigencias absurdas y las ganas de tirar la toalla. Pero hay que seguir, hay que confiar en el proceso y tener siempre en mente que esto es una carrera de fondo.
Seguí haciendo sesiones de mis amigos, familiares, de mi pareja, pequeños negocios de mi barrio… Todo aquel que estuviese dispuesto a participar en mis sesiones. Desde aquí les doy, una vez más, las gracias por todo su apoyo y la infinita paciencia.
Todo esto acompañado de una formación autodidacta brutal: estudié técnicas de fotografía y vídeo, me puse en contacto con varios fotógrafos experimentados, consumí un montón de contenido audiovisual sobre cómo aprender fotografía desde cero, y en cuanto al stock, leí todo sobre fotografía de stock, me vi todos los vídeos disponibles relacionados con ello, estudié los perfiles de mis referentes… No había contenido de fotografía de stock en la red que yo no hubiese analizado al milímetro.
Y desde entonces fui dando pasos enfocándome a mi objetivo: ser fotógrafo de Stocksy United. Ya ganaba algo de dinero con las agencias de microstock y con Addictive Stock, así que antes del siguiente proyecto (y decisivo), me compré mi segunda cámara: la Canon EOS R.
Mi pareja y yo juntamos nuestros ahorros y nos embarcamos en un viaje sin billete de vuelta por Latinoamérica para crear un proyecto que fuese atractivo para Stocksy. Estuvimos casi cuatro meses con nada más que una mochila y cámara en mano, haciendo reportajes fotográficos por cada sitio que íbamos, empapándonos de las vivencias de la gente, las culturas y los diferentes modos de vida. Estaba cumpliendo mi sueño.
Y llegó el día, en las dunas del desierto de Perú, en que recibí el tan esperado mensaje. Me habían aceptado en Stocksy. No puedo describir la emoción que sentí, pero todo el esfuerzo, todas las horas, las frustraciones… Todo había merecido la pena. Había conseguido mi objetivo, había conseguido ser fotógrafo de Stocksy en once meses desde que compré mi primera cámara.
Pero no pienses que al entrar en Stocksy está todo hecho. Desde entonces he seguido trabajando muy duro, he seguido produciendo contenido comercial y de viaje, buscando nuevos modelos constantemente y diferentes maneras de transmitir conceptos que plasmen la realidad. Y aunque a veces la frustración sigue apoderándose de mí, me invade una satisfacción increíble cuando me doy cuenta de que estoy viviendo la vida con la que soñaba. Que ahora vivo muy bien de la fotografía mientras viajo por el mundo con libertad económica, y que estoy teniendo experiencias que, tal vez, sin esta profesión no hubiese podido experimentar.
Ahora me encuentro de manera regular fotografías mías en empresas como Paypal, Microsoft, TripAdvisor o Google, además de trabajar en proyectos para diferentes agencias y marcas que confían en mis servicios. Puedo decir que me siento orgulloso de mi trabajo y de seguir creciendo como profesional y como persona.